Monosílabas

Solo un impulso
un duende saliendo por los corredores del patio.
Inflo algún sueño al compás de una sonrisa
extranjera
como ese ritmo incierto
respirándome entre contracciones musculares.

Un impulso
y la vida se me sale por la boca
el cúmulo del tiempo postergado
¿En que momento tiré de la cuerda?

Sola con los restos de sus flujos
vacía del enigma tan inmenso
que vacila cual piltrafa entre las sobras de un banquete.

Corredores duendes
esfinges de poeta
desdentada razón de madrugada
flor desabejada
ciclos sin reversos
madeja de ayeres esculpidos con tu ausencia
enredos sin nombre,
hilos que se trazan por placer de la fricción.

Piensas que rapto, que muerdo, que aúllo
que extiendo el aliento para turbar tus nubes…
mientras solo puedo tragar monosílabas saladas,
distraerme con la velocidad de un duende
con la velocidad de las imágenes que imprimes en mis nadas
para inventar un instante
de ínfimos cráteres abriendo lunas
creando vértigos, dilatando días
diafragmas
donde envolver la vida que se escapa









Geografía de un decir

La sombra de una rama sobre el río
traza una línea en el devenir húmedo del tiempo
algo permanece en el incesante rumiar de las aguas.
La plegaria que dirijo al cielo de tu nombre, por ejemplo
mientras caen cáscaras del fruto inexistente.

Lluevo sobre ellas
Llueve en la superficie de tu nombre
Plegaria inexistente
Palabra atragantada, cuerpo en erupción
Lluevo
Trueno hasta quebrar la sombra de la rama
Sombra pasajera, itinerante
último temblor del árbol del olvido
cruza, invoca, celebra
la orgía del río en el que nadas
la erupción salvaje de un sonido,
uno
entre polifónicas cáscaras ingrávidas

modos de decir el cuerpo.